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Opinión por Carmen Khalil
La pretemporada es un terreno fértil para los detalles, para esas cosas pequeñas que dicen mucho y que, si no se miran con cariño y atención, pasan sin dejar huella. Ayer, en el partido entre el Málaga y el Antequera, yo no vi un simple amistoso de verano. Vi señales. Vi momentos que, aunque no lo parezcan, cuentan ya parte de lo que este equipo quiere ser.
Empecemos por el tándem que promete encender la chispa competitiva en la delantera: Chupe y Adrián Niño. Chupe está como siempre: en forma, fuerte, completo. Su estado físico no sorprende, porque nunca baja el nivel. Adrián Niño, en cambio, fue una sorpresa deliciosa. Salió como se debe salir cuando uno es nuevo: a comerse el mundo. A dejar claro que quiere sitio, minutos, protagonismo. Y eso no se enseña, se lleva dentro.
También me enamoró el juego sutil de Eneko Jauregi. Lo vi jugar con la línea del fuera de juego como si la dibujara con una regla. Iba y venía, rompía al defensa solo con un paso bien dado. Siempre bien colocado, siempre técnico, siempre incómodo para el rival. No marcó, pero dejó una sensación de delantero listo, de esos que no necesitan correr mucho para estar en el sitio justo.
Y luego está Joaquín, otro recién llegado aunque es su segunda etapa aquí, que nos dejó a todos con la boca abierta con ese pase de gol, tras recorrer medio campo como si tuviera autopista libre. Velocidad, clase y decisión. No se puede pedir más en un partido de julio.
Pero no todo son fichajes. Hay que hablar de los de siempre, esos que están ahí y que a veces no valoramos por costumbre. Dani Sánchez, por ejemplo. No es algo nuevo, ya vimos este tipo de actitudes cuando jugaba en el Linares, pero ayer nos regaló un gesto que no sé si muchos captaron. En medio del partido, se adelantó para despejar un balón que bien podría haber sido de Luismi. Pero lo hizo él. Y me pareció precioso, porque Luismi lleva un protector por aquella dura lesión en la cabeza, que ayer debió ser, por el calor, una auténtica tortura para el futbolista. No sé si lo hizo consciente o no, pero esa acción habla de equipo, de vestuario, de cuidar al compañero y eso es el buen fútbol.
Y Rafa. Qué evolución la suya. Siempre ha sido un jugador con físico, pero ahora se le nota trabajado, maduro, imponente sobre el campo. Me impresionó su presencia. Igual que la de Izan Merino, que ya no es un niño que sube a probar suerte. Es un jugador con galones, con experiencia, con voz propia en el campo. Lo ves y sabes que la Selección no se equivoca con él.
Y luego, lo más bonito. Las gradas. Los colores. Los niños. Camisetas de clubes que muchas veces no suenan a nada fuera de su barrio, pero que ayer estaban ahí, siendo Málaga. Totalán, Atlético San Julián, Puerta Blanca, Mortadelo, Roma Luz... Escuelas que han firmado el acuerdo con el club y que son, literalmente, el futuro. Porque de ahí vienen los Niños, los Rafa, los Izan. Y eso hay que verlo. Hay que sentirlo.
Esto no es solo un partido de pretemporada. Es un mensaje. Hay plan, hay cantera, hay talento y hay ganas. Yo lo vi. A lo mejor, tú también.
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